¿Hasta qué edad es recomendable “vivir como un estudiante”?

Partamos de la base de que hacernos esta pregunta resulta un tanto frívolo: no hay edad “recomendable” para vivir como estudiante. La vida del estudiante, entendida como aquella en la que se “curiosea”, se tiene voluntad y vocación por aprender de lo nuevo, movernos en ambientes de aprendizaje continuo etc. y alejado de la imagen de aquel que no tiene más interés por los estudios que el de prolongar el tiempo hasta que no le queda más remedio que insertarse en el mundo laboral,  nunca tiene ni debe tener caducidad, ya busquemos una habitación para estudiantes de máster en Barcelona o en cualquier otra gran capital para ir más allá de lo que la universidad nos ha impartido, o las cada vez más frecuentes “aulas de la experiencia”, donde nuestros queridos mayores tras una vida de esfuerzo y trabajo, emprenden nuevos estudios por el simple placer de adquirir nuevos conocimientos y moverse en ambientes rejuvenecedores.

Con esta premisa por delante, ¿Qué “vida del estudiante” nos podemos encontrar y disfrutar según la edad?

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Imagen: estudiacurso.com

Estudiantes de master y doctorados

Es la más inmediata al mundo universitario y, como tal, aún se contagia de su espíritu. Si bien se encuentran frecuentemente en un limbo de edad, en torno a los 25 años de media, donde se es demasiado adulto para los recién ingresados en la universidad, pero demasiado joven para los que buscan experiencia laboral y marcan un horario “de 9 a 5”, aún pueden disfrutar igual o con mejor perspectiva (la que da la experiencia) de residencias, colegios mayores y otros centros en los que aún se respira la inocencia y naturalidad del que aún no se ha sumergido en la vorágine del mundo del trabajo.

La principal diferencia en la que se encuentran frente a los “recién llegados” o los que abordan la recta final universitaria, es que ellos han decidido con firmeza y convicción (si no, no tendría sentido abordarlo) seguir estudiando y seguir formándose de cara a resultar más competitivos con un máster, doctorado o especialización. Esta particularidad les requiere un espacio, que si bien se pueda respirar espíritu universitario, tenga también su lugar para la tranquilidad, el respeto y la convivencia.

Opositores e investigadores

Un paso más allá dan aquellos que quieran opositar o realizar una investigación dentro de su campo de estudio, ya que ellos sí que necesitan un ambiente 100% de pausa y tranquilidad, alejados de ese ambiente en ocasiones despreocupado que tiene donde se concentran estudiantes que recién alcanzan la veintena.

Estos opositores e investigadores necesitan convivir entre ellos, estudiantes de la misma naturaleza, con las mismas inquietudes, necesidades y con las mismas demandas de descanso y ocio que les permitan desconectar pero sin perder demasiado el rumbo a la hora de retomar grandes tomos de apuntes.

Estudiantes de la tercera edad

Los más “privilegiados” (entrecomillas) de todas estas categorías. No tienen ninguna obligación ni necesidad que les marque pautas de estudio. Ellos han dado ya todo lo que tenían que dar tanto estudiantilmente como laboralmente. Por ello, pueden disfrutar plenamente del “placer del conocimiento”, y sobre todo, lo que aporta un entorno, el universitario a cualquier edad, para enriquecernos no sólo académicamente, sino también como personas.

En definitiva, no hay edad recomendada ni lugar más apropiado que otro para estudiar más allá de los 23 años en los que de media se acaba una carrera: todo es medir las necesidades personales de cada uno y sobre todo, lo que resulta más apropiado para nuestro fin. La oferta la tenemos, en nuestras manos queda elegir la opción conveniente.

 

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